(photo via e-m-a-r-t)
Pocas cosas dan mayor conmoción que un número de teléfono apuntado en un papel o registrado en una pantalla líquida. Va desde la nada hasta un nombre, acaso hasta la presencia, de alguien a quien quizá se conoce. El número tendido igual que un muerto, y que alude a unos labios inmóviles, o a una noticia que se sabía o a una voz que habla y que no va a pronunciar ese número.
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